sábado, 17 de diciembre de 2011

Paz interior- ALBERTO E. JUSTO- http://flordelyermo.blogspot.com

En el mundo que vivimos los gritos de lo visible se tienen por muy poderosos. En efecto, los fantasmas de papel sucio y cartón ordinario levantan sus perfiles amenazadores y apuntan al hombre no preparado ni advertido. El pobre peregrino va asustado y se vuelve, con tanta frecuencia, como la mujer de Lot. Y, desde luego, el espectáculo es deplorable. El hombre, carcomido por las más menudas ambiciones, hambriento de un poder que no poseerá nunca, fracasado y cansado de su propia necedad, se arrastra generando las más extrañas combinaciones para tejer una seguridad imposible: la de su técnica, la de sus previsiones, la de sus manipulaciones... Pero esto es extraño, completamente lejano a la vida verdadera, aunque parezca aullar tan cerca. Los fantasmas son eso: figuras que dan miedo como en las viejas historias de terror. Los ensayos de los barberos, de los curas, de las sobrinas y de tantos necios bachilleres, son nada más que eso: cuentos de terror.

lunes, 12 de diciembre de 2011

La Paz interior- http://flordelyermo.blogspot.com

Situaciones. Pero es claro que el descubrimiento de la Belleza y aún su participación en el gozo más elevado, presupone la valoración o la aceptación del medio en el cual se manifiesta, a saber: las condiciones de la presente peregrinación. Los sentidos externos nos vuelcan un alud informativo que parece constituir lo más próximo e inmediato. Es cierto que todo ello “toca” de alguna manera a la persona, pero no es lo más próximo e inmediato. Por lo menos no es lo íntimo, aún cuando le otorguemos el valor excesivo que, con tanta frecuencia, otorgamos. Dos piedras están una junto a la otra, se tocan la una con la otra, pero hay un límite, una distancia entre ambas que no es posible vencer. El anverso y el reverso de una hoja de papel. Los dos lados están muy cerca, no podemos negarlo, pero nunca se podrán superponer. Pero volvamos a las piedras. Ninguna puede entrar en la otra, permanecen irreductiblemente vecinas, una cabe la otra, pero no pueden comunicarse nada, son extrañas entre ellas... En cambio una gota de agua puede caer en un recipiente lleno de vino. La gota de agua penetra el vino hasta hacerse una con el vino... Así ocurre con la Belleza y con todo lo espiritual. En definitiva, lo invisible nos es más cercano y siempre más íntimo, aunque los sentidos externos nos aporten tantas figuras e imágenes que impresionan nuestra sensibilidad pero que no pasan de allí si no les franqueamos la entrada.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Paz interior - http://flordelyermo.blogspot.com/

Adherimos interiormente a la belleza que se manifiesta en una imagen, en el arte, en un paisaje, en las flores, en la música..., y aprendemos, sin duda, de esta manera a subir por encima de las manifestaciones para abrazar o dejarnos abrazar por el centro escondido que todo participa. No se trata de situaciones agradables o simplemente placenteras. No se trata, no, de gozar de esto o de aquello. Hablamos de la hondura inefable, de esa aurora que siempre se renueva en el espíritu. Cualquier paso es la ocasión y no la impiden las costras o fealdades aparentes que topamos en nuestro camino. Recordemos siempre que lo más íntimo, profundo y fuerte es lo que aparece más débil y vulnerable. Recordemos que cualquier dolor o desengaño es la oportunidad para ir más adentro... Es necesaria y urgente esa paradoja que tanto nos brinda y nos ilumina en nuestra peregrinación.